SUSTENTO DE LOS JUSTOS
No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu.
(Zacarías 4:6)
La
Palabra de Dios, la oración y el Espíritu Santo obran juntos por el
bien de los siervos de Dios. La parte especial del Espíritu es dar todo
lo necesario para sustentar al justo.
Al
Espíritu Santo se le llama “el Espíritu de Cristo” y “el Espíritu de
Dios” (Ro. 8:9). Se le puede llamar por cualquier de los dos títulos
porque Él está en la Trinidad y procede del Padre en el nombre de Cristo
(cp. Jn. 14:26).
El
apóstol Pablo conocía al Espíritu Santo como su maestro, intercesor,
guía, fuente de poder y proveedor todopoderoso. Eso es el Espíritu para
todos los creyentes. La confianza de Pablo en saber que todo obra para
bien (Ro. 8:28) se basaba en la provisión del Espíritu, que “nos ayuda
en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo
sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos
indecibles” (v. 26).
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