Los daltónicos no compran caleidoscopios
“Pero
cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por
amor de Cristo.Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida
por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor
del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a
Cristo,y ser hallado en él…”
(Filipenses 3:7-9)
Me han dicho que para triunfar hay que
ser competitivo y sin sentimientos. Que hay que ser hostil y obsesivo,
inhumano e inconsciente. Me han dicho que debo ser un monoteísta
fanático, cuyo único dios es el éxito. Que la familia es un complemento
prescindible, los amigos objetos caducables y las personas… las personas
solo números a tener de tu lado. Me han dicho que así fue tal y cual
personaje sobresaliente de la historia, y me han querido fascinar con
tales argumentos. Me han dicho que no piense, que escape de mis
sentimientos, que olvide lo “subjetivo”: el amor,
la fraternidad, la bondad, la misericordia. Me han sugerido que me
obsesione con el fin deseado, que me incline a un solo lado, que viva en
el extremo y no en el equilibrio. Quieren que sume uno más y procuran
atraerme con cebos de plástico como si fuera un vulgar pez, cegado por
lo visual.
A estos buhoneros del éxito, a estos
mercachifles de ilusorias baratijas les digo que no compro la mercancía
del infierno. No apuesto por jinetes execrables. No participo en
trueques donde se juega uno la eternidad. No quiero los arquetipos de
Satán, sino el modelo de Cristo. Sin nombre pero con familia, sin fama
pero con amigos, sin títulos evangélicos nobiliarios, pero con una
conciencia limpia.
Cosas como estás hacen los hombres todos
los días y no escapan de similares acciones algunos que dicen llamarse
cristianos. Digamos la verdad y dejemos de lado el necio triunfalismo
que dice que todo está bien entre las filas sacrosantas del Señor.
También entre nosotros hay gente infestada con delirios de grandeza.
Personas que buscan su propio bien y no el de Cristo. Seres humanos
cuyas mentes están inflamadas de vanidad y buscan el culto egolátrico en
los predios eclesiales.
Algunos
construyen sus catedrales sobre cementerios en cuyas tumbas yacen sus
víctimas. Ya no están los que antes se opusieron a ellos de alguna
forma, han sido enterrados con pericia y malevolencia. Puede que su
exterior sea glamoroso, pero la ignominia del homicidio y lo lúgubre de
la muerte ensombrecerá para siempre su interior. Sus bases siempre serán
huesos y su fetidez nunca cesará. Dios nunca los dará por inocentes.
Un día tendrán que comparecer ante Su severo tribunal.
El éxito cristiano está en obedecer a
Dios. No se mide por la multitud de trofeos, sino por la cantidad de
cicatrices. No busca aplausos en el anfiteatro de la vida, sino medallas
en el reino de los cielos. No es emular con los demás, sino consigo
mismo. No se construye anulando a otros, sino levantándolos juntamente
contigo. Nos es la meta de la vida, sino la consecuencia de la fe y la
integridad.
Autor: Osmany Cruz FerrerNo quiero dejarme fascinar por el colorido caleidoscopio del averno. Prefiero el blanco y negro de Dios al espejismo trivial del secularismo. Daltónico, pero salvo. Salvo en Cristo Jesús. He ahí el resumen del verdadero éxito. He ahí el todo de la vida.
Escrito Originalmente para www.devocionaldiario.com
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