Hay Alguien que vela por mí
Años
atrás salí con una amiga de escuela superior a ver una película un
viernes en la noche. Al salir del cine nos fuimos caminando un tramo de
20 calles hacia mi casa.
De
pronto, en una calle oscura, aparecieron dos sujetos con una apariencia
que atemorizaban. Comenzaron a acecharnos y, asustadas, comenzamos a
correr tan rápido como pudimos. Cruzamos patios y hasta tocamos a la
puerta de una de las casas, mientras veíamos que éstos avanzaban. Había
gente en la casa donde tocamos pero no nos abrieron.
Comenzamos
a orar: “Señor, ayúdanos.” Seguimos corriendo temiendo por nuestras
vidas. De pronto, vimos un carro estacionado en la calle con dos hombres
de caras bondadosas, uno en el interior y el otro afuera. Como si nos
hubieran estado esperando, el que estaba afuera nos dijo: “Suban,
sabemos que están en peligro; las llevaremos a su casa.”
Siendo
dos jovencitas en un tiempo en que no era común el aceptar salir con
extraños, pero no teniendo otra alternativa en ese momento, subimos al
auto. Los hombres, sin preguntarnos por dirección alguna nos llevaron
directamente a mi casa. Al salir del auto, les dimos las gracias por
habernos auxiliado en lo que para nosotras fue una horrible
experiencia.Su respuesta fue tan sólo: “No teman.”
Nos
dirigimos hacia la puerta, sintiéndonos increíblemente agradecidas de
estar de vuelta en casa y vivas. Mientras sacaba la llave para entrar,
Lucy y yo nos viramos para decirle adiós a los hombres. ¡No estaban, ni
ellos ni el carro! Se desvanecieron como por arte de magia. No
escucha-mos el sonido del carro cuando salieron ni vimos el carro a la
distancia.
Esa
misma noche había salido mi mamá en transportación pública como
acostumbraba, y al bajar de la guagua, alguien intentó atacarla. Cuando
todos sus esfuerzos por defenderse resultaron inútiles, apareció un
carro a su lado que hizo que el asaltante saliera huyendo. El conductor
no se bajó pero no se fue hasta ver que ella estaba bien. ¿Serían
ángeles enviados por Dios para cuidarnos? ¡Cuanto nos ama el Señor!
Tomado del Libro de Lynn Valentine: Miracles
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